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El problema "PISA"

Por kompass - 9 de Enero, 2008, 12:12, Categoría: General

Reconocer  que los hijos de familias con mejor nivel formativo son los que obtienen mejores resultados en las pruebas PISA, es simplemente reconocer nuestro fracaso en la función de la educación como elemento de nivelación y cohesión social. Y esto es aún más grave que la falta de compresión lectora de la que todos nos quejamos.

Enunciado del problema (ahora lo llaman "estímulo"):

España, el país del mundo que más retrocede -hasta 32 puntos- en comprensión lectora en los últimos seis años.

En este último mes se han sucedido de manera vertiginosa las reacciones en los medios a los resultados del informe PISA.

El informe PISA viene funcionando como una radiografía que nos orienta a todos sobre el estado de la educación en los distintos países de la OCDE. Como se señala en el informe español:

 "Las características fundamentales que han guiado el desarrollo del estudio PISA han sido su orientación política y su innovador concepto de competencia básica que tiene que ver con la capacidad de los estudiantes para extrapolar lo que han aprendido y aplicar sus conocimientos ante nuevas circunstancias, su relevancia  para el aprendizaje a lo largo de la vida y su regularidad (OCDE, 2007)."

Es importante no perder de vista qué es el informe PISA , qué se mide y cómo. Y una vez comprendido esto, podemos reflexionar sobre las distintas reacciones que los resultados han provocado y en general el lamento sobre nuestras debilidades educativas, por decirlo suavemente, que han entonado autores como Pérez-Reverte, Muñoz Molina, Verdú y Landero.

Sin embargo, desde un punto de vista más centrado en los aspectos educativos me parece interesante la aportación de Díaz Ramírez; Pisa, más inclinada aún .

Y como colofón, por contraste nos damos una vuelta por Finlandia, país europeo con los mejores resultados: El secreto de los finlandeses.

 

Seguro que todos los docentes, cuando leemos el reportaje sobre Finlandia lo que más envidia nos da es leer cosas como ésta:

"!Sí, nos sentimos respetados y valorados por la sociedad. Ser maestro es una profesión de prestigio a la que solo aspiran los mejores. Y no basta con ser muy bueno en tu materia. Debes destacar también a la hora de saber transmitir tus conocimientos. Pero el respeto de los alumnos te lo ganas día a día."

"!Sí, nos sentimos respetados y valorados por la sociedad. Ser maestro es una profesión de prestigio a la que solo aspiran los mejores. Y no basta con ser muy bueno en tu materia. Debes destacar también a la hora de saber transmitir tus conocimientos. Pero el respeto de los alumnos te lo ganas día a día."

A mí lo que más me llama la atención es que el ambiente social, familiar y escolar en  Finlandia es muy coherente. En cambio en nuestro país la educación tiene que tener una función social diferente. Frente a una sociedad fuertemente cohesionada como la finlandesa, nosotros estamos en permanente proceso de formación, de integración de identidades muy diversas. La educación es, debe ser, un elemento de cohesión social, que favorezca la igualdad de oportunidad que la sociedad finlandesa ha conseguido para sus alumnos. Pero para nosotros el trabajo es mucho más arduo.

Todos los factores sociales están siempre presentes en nuestras aulas. Y para empezar quizá uno de los problemas básicos es que hasta el momento no parece haber un consenso real sobre la función del sistema educativo. Parece que en la escuela tenemos que hacer todo lo que no se consigue hacer en los otros ámbitos.

Un ejemplo muy sencillo: antes los niños aprendían a comer en su casa. Los modales, la importancia de la comida como un recurso que no se podía desperdiciar,  aunque no te gustara, la mesa como un momento de relación interpersonal… Ahora eso se aprende en el comedor escolar. En casa se come,  a veces, delante de la tele, lo que se pilla de la nevera, o lo que sale del microondas. Así que por mucho que en clase y en el comedor se habla de las virtudes de las verduras, en casa se comen palomitas y el fin de semana nos largamos una hamburguesa antes de ir al cine. Como consecuencia tenemos  un problema nutricional y de salud que no se arregla ni con campañas publicitarias, ni incorporando la nutrición como contenido de las materias, ni con más recursos paliativos. Pero las estadíisticas de obesidad infantil, colesterol y trastornos como la anorexia o la bulimia están ahí.

Otro ejemplo: la lectura. Nos alarmamos no sin razón de los bajos resultados obtenidos en la compresión lectoraen las pruebas PISA. Pero vamos a ver. ¿Qué relación tienen los niños con la lectura? En nuestra cultura "libro" se ha relacionado siempre con "estudio", no con diversión, ayuda o entretenimiento. Vamos a una biblioteca pública y la vemos llenas… de universitarios que ocupan los puestos de lectura para estudiar sus apuntes. ¿Cuántos se levantan para ir a la estanterías a buscar bibliografía de la que aprender? Seguimos aprendiendo de apuntes heredados en muchos casos, o de los libros de texto, que nunca he entendido muy bien para quién se escriben  ¿Para los profesores, para la administración educativa que debe validarlos?  Para los alumnos desde luego, no. Muchas veces cuando mis hijas traen tarea a casa - cosa no muy habitual, por otra parte-, a veces la mayor dificultad es interpretar los enunciados, entender qué se quiere conseguir con el ejercicio y además acertar con la forma en que el profesor quiere que se haga.  Ufffff.

Y es que  los adultos somos iguales. Por no leer no leemos ni las instrucciones de funcionamiento de la lavadora. Para qué, si de eso ya sabemos mirando los dibujitos. Por cierto ¿cuantos profesores nos ponemos a resolver nosotros mismos las actividades que les presentamos a los alumnos?

Y podemos meternos en problemas más graves: inmigración, desarraigo, problemas familiares, marginalidad, escasez de recursos…

Así que no podemos pedir a la escuela que sea la avanzada de una sociedad en la que hay tantas carencias. Y en la que además llevamos tanto tiempo padeciendo los vaivenes políticos, la normativa inútil, la falta de preparación del profesorado, la indiscutida soberanía del libro de texto  las elevadas ratios en la enseñanza obligatoria, y la falta de reconocimiento social sobre el papel que la escuela desempeña. 

Pero todo esto no nos debe hacer perder de vista la función social de la escuela. Y reconocer  que los hijos de familias con mejor nivel formativo son los que obtienen mejores resultados en las pruebas PISA, es simplemente reconocer nuestro fracaso en la función de la educación como elemento de nivelación y cohesión social. Y esto es aún más grave que la falta de compresión lectora de la que todos nos quejamos.

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